¿Cuanta gente hoy en día podría presumir de trabajar en lo que le gusta?  En los tiempos que corren con la crisis, hipotecas asfixiantes y nuestra gran vida ajetreada, es algo que a priori a mucha gente se nos hace imposible.

Hace tiempo decidí escoger un oficio el cual he tenido momentos muy duros, y por el cual me ha hecho reflexionar sobre las prioridades de mi vida, lo llamo  “ el Arte de Cocinar”.

Un oficio que suprime el tiempo de ocio y familia para perfeccionar tu técnica , donde debes esforzarte continuamente para mejorar conocimientos a base de estudio, un oficio donde tu estado de animo se manifiesta constantemente en cada trabajo que elaboras con tus manos o con tu misma imaginación. He reído de alegría al manifestarse el reconocimiento de un trabajo bien hecho, pero también he llorado de tristeza al encontrarme en situaciones donde la famosa “Ley de Murphy” crea una asfixia incesante como la soga al ahorcado, creyendo a veces ser este.

Es encontrarte en una situación donde tus actos condicionan  la gloria o el más grande fracaso.

Esto crea un sentimiento bipolar de contradicciones y necesidades en nuestro interior, por que de todos es sabido “que no se vive para trabajar”, pero ¿..y si vivimos  para expresar…?

En momentos de reflexión como este es cuando quisiera saber que me diferencia de un músico, pintor o un escultor